Con todo y las variantes, el partido resultó tal y como estaba previsto, una Alemania teniendo el protagonismo del partido encabezados por Mesut Ozil y Sami Khedira, quienes dieron un recital y se afianzan como figuras indiscutibles, y por el otro lado, una Grecia replegada en su campo esperando dar la puntillada en un contragolpe.
No tardó mucho en hacer gala de su calidad el conjunto dirigido por Joachim Low, que apenas inició el compromiso se vino como una tromba sobre los helénicos y ya en 5 minutos habían generado hasta cuatro ocasiones clarísimas de peligro, una de ellas siendo gol invalidado por un fuera de juego por parte de André Schürrle, quien fue una de las sorpresivas apuestas del entrenador para este choque. El partido se tornaba de un solo color.
Alemania asediaba por los costados con el incesante Marco Reus, que complicaba con cada arremetida a los marcadores griegos, mientras que por el centro, Ozil estaba en su noche. Cada balón que pasaba por el jugador del Real Madrid terminaba en una clara ocasión para su equipo. Incluso al minuto 32 del compromiso una maravillosa combinación entre Reus, Klose y él terminó con un toqueteo en la frontal del área que dejó sólo al talentoso volante contra el portero, pero su tiro salió muy débil y acabó en las manos del portero griego.
A ese ritmo, era cuestión de tiempo el gol teutón. No fue hasta el minuto 38, cuando en una gran internada del capitán Philip Lahm por banda izquierda, Alemania consiguió premio a ese aluvión de llegadas y pudo colocar el 1-0. Era un castigo merecido para Grecia que nunca buscó tener la pelota sino más bien esperar alguna jugada aislada que les permitiera adelantarse en el encuentro. Con todo y el dominio bávaro, Grecia en una jugada de otro compromiso logró la igualada por medio de Giorgio Samáras, para sorpresa de muchos.Ese gol no hizo otra cosa que despertar al monstruo dormido por varios minutos, amparado en el abusivo esteticismo que querían promover en cada jugada pues rápidamente Alemania logró ripostar y colocó el 2-1 por intermedio de Sami Khedira, quien coronó así su gran actuación.
A partir de ese momento, Alemania consiguió los espacios necesarios para abrir el grifo y llegaron los tantos del mítico Miroslav Klose, que lo coloca a un solo gol de la leyenda del fútbol teutón Gerd Muller y de Marco Reus, el debutante en el torneo.
Ya al final del compromiso, Grecia consiguió un penal por mano de Jerome Boateng en el área que transformó Dimitris Salpingidis en el 4-2 definitivo, que sirvió para terminar de una manera decorosa la actuación helénica en la justa europea a la que llegó hasta donde su fútbol le permitía.
Alemania afianza su favoritismo y espera tranquilo el rival de la próxima llave a disputarse el domingo entre Inglaterra e Italia para finalizar con los 4tos de final de la Eurocopa de naciones.
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